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LAS TUBERIAS DE LA TIERRA

Este año las sensaciones experimentadas por la plantación de patata nos retrotraen a 2019 cuando plantamos la variedad agria, la misma que esta campaña. El año pasado hicimos una prueba con la variedad spunta pero al ser una variedad de cosecha temprana y mayor finura en su conservación su rendimiento postcosecha por la humedad no fue todo lo satisfactoria que deseáramos. Este año hemos vuelto a repetir con la variedad agria, más resistente y rústica, ya que soporta y agradece el riego natural, por tanto de secano y su conservación por cosecha es más duradera. Todavía nos acordamos de la producción de 2019 que nos aguantó desde agosto de aquel año hasta mayo de 2020, cosechando más de 1 tonelada. La patata a menudo en nuestro entorno se tiene en cuenta cuando se dispone de superficies elevadas superiores a 1 hectárea, con lo que no es fácil encontrar este cultivo en ecológico en el territorio de Bizkaia. Esta primavera nos hemos adelantado y procurando salvar las heladas hemos cultivado 300 kilos ocupando una superficie aproximada de 1000 m2, desempeñando nuestro equipo una labor admirable. Para nosotros además de que enriquece nuestra oferta de productos en las cestas supone un valor añadido al suelo porque las propiedades tuberosas de las raíces hacen que descompacte el suelo y lo abre para los cultivos que tomen su relevo en la rotación de cultivos. Además toda la materia orgánica que dona postcosecha es muy beneficiosa y abundante para nutrir el suelo. Al pertenecer a la familia de las solanáceas, es un cultivo que no se lleva nada bien con las heladas o las temperaturas frías por debajo de 7º. Durante la época de fructificación no le favorecen las temperaturas muy elevadas. Necesita escarda y aporcados durante su fase de crecimiento para impedir que las malas hierbas o hierbas adventicias compitan por los nutrientes y también porque a sus frutos no les agrada la luz, y con corrimientos de tierra es bueno aportarle más tierra por encima. Al ser plantadas a 20 centímetros en surco bajo la tierra aprovechando tanto nutrientes como la simbiosis con toda la microbiología que opera en ese nivel edáfico. Al finalizar la campaña el color amarillento de las hojas y su tallo quebradizo y seco nos dará la señal para proceder a su cosecha.